jueves, 6 de enero de 2011

EL SENTIDO DE LA BUSQUEDA DE LA FELICIDAD


Siempre hemos escuchado a alguna persona decir: “soy feliz”, y a veces hasta nosotros mismos nos hemos expresado así, pero en realidad ¿existe ese estado de “felicidad absoluta”?. Según el diccionario, la felicidad es el estado de ánimo de alguien que siente satisfacción plena. ¿Es posible lograr esa sensación? Desde el inicio de los tiempos el ser humano ha buscado alcanzar, o por lo menos acercarse, a la felicidad, ya sea a través de las cosas materiales, de una religión, del amor, de la fama o del poder; he ahí que la felicidad no es universal, lo que provoca tu felicidad no provoca la mía y viceversa, aunque también hay situaciones que provocan felicidad en dos o más personas.

Hay muchas razones para explicar el por qué es tan difícil vivir esa utopía llamada “felicidad”, por ejemplo se le suele confundir con la “alegría” o el “placer”, entiéndase por estos como pequeños momentos en los cuales el individuo siente satisfacción, pero ojo, no la satisfacción plena, solo pasajera. Para Sócrates la felicidad se encuentra al llevar una vida llena de “virtud”, pero ¿Qué es la virtud? Para el filósofo esta es comportarse como un buen ser humano, cultivando los valores, practicando la moral y la ética. Pero para los ciudadanos comunes la “virtud” que les importa es: la belleza, el dinero, el poder, los bienes materiales, etc. De antemano se sabe que la felicidad no se encuentra ahí.

Ahora bien, alguna vez se preocuparon por cumplir a carta cabal con llevar una vida de virtud, como lo dice Sócrates. Verdad que no, entonces nunca han sido felices, y si siguen llevando esta vida material difícilmente lo serán, primera conclusión en contra de la obtención de la felicidad, pues lo material siempre será necesario. Aristóteles aporta algo más a este postulado, la virtud también encasilla a la justicia, por lo cual debemos dar a cada uno lo que se merece y esperar recibir lo que es debido. Para Aristóteles la razón también juega un papel importante para llevar una vida llena de virtud, sin riesgos, siempre analizando lo que haremos, no es bueno adoptar una posición extremista, siempre debemos estar equilibrados.

Un punto importante para solucionar este dilema es que uno sabrá si nuestra vida fue feliz o no hasta el momento de la muerte. Los actos que realizamos a lo largo de nuestra vida son los que determinaran lo provechosa que fue esta. Y ¿cómo averiguarlo? Tal vez nunca lo sepamos, pero nuestro legado quedará para la posteridad en las buenas acciones que nos reconozcan los que aún habitaran este lugar. Y tal vez ese reconocimiento haga felices, y llenen de orgullo, a nuestra descendencia. Tal vez no disfrutemos nuestra felicidad, pero si haremos muy felices a muchas personas, aunque ellos no sepan que son felices. Es un poco difícil de comprender, pero la felicidad son solo momentos, mas no eternos.

Otra situación contradictoria sobre la felicidad es que “algo” nos puede hacer felices como también desgraciados. Por ejemplo, una meta trazada o una conquista amorosa. Al alcanzarla nos brinda una satisfacción y placer que, tras la segregación de algunas hormonas, culmina en una explosión eléctrica en el cerebro, generando la sensación de tranquilidad y júbilo que ya hemos experimentado más de una vez. Pero cuando fracasamos, es totalmente lo contrario. Perdemos las ganas de seguir, temporalmente, pero las perdemos. Buscamos refugio en algún vicio pasajero o tratamos de olvidarnos de aquello con trazarnos otra meta. Pero no quedamos satisfechos. Por lo tanto ¿Es bueno buscar la felicidad, o no?

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