Entre los estudios, el fútbol y la música, siempre hubo un momento para amar en mi vida. Era un espacio corto, a veces no alcanzaba para dar lo suficiente, mucho menos para recibirlo e imposible disfrutarlo. Por eso mis amores eran periódicos, no lo digo por tener uno diferente cada día, sino que me “enamoraba” cada cierto tiempo, casi planificado, pero como sabemos el amor no se planifica. El amor llega y punto, y de que forma llega, nunca se sabe hasta que ya te atrapa.
Casi ya se cumplía un año de conocerla, entre break, chat y teléfono transcurría la rutina de amistad con una compañera de estudios. En mi cabeza rondaban los nombres de varias chicas, mas no el de ella. No les venderé floro diciendo que me enamore a primera vista, lo nuestro fue algo como: “a largo plazo”. Claro que siempre fue una amiga especial. Más que eso, una camarada de travesuras, era mi “causa”, le decía: “Loka”. Hoy solo se lo digo de cariño y en diminutivo.
Al principio toda conversación que teníamos giraba en torno a los trabajos, tareas o monografías. Pero con la ayuda del padre tiempo creció algo más en nosotros, ya no solo éramos amigos dentro de la universidad, nuestra confianza por fin cruzó las puertas del campus universitario, cruzó hasta las del campus virtual. Ahora nos conocíamos mejor, pero aún no había nada entre nosotros, seguíamos siendo los mismos, solo que más pendientes y preocupados por el otro.
Todo empezó como jugando. Cada uno tenía los típicos problemas existenciales de la edad. Confundidos, decidimos salir por primera vez a solas. Empezamos conversando de sus problemas, la pegue de filósofo e intente aconsejarle, yo la miraba y ella también, un pequeño corto circuito nos atrapó. Fue entonces que la relación de amigos se iba transformando en algo más fuerte, y nosotros no nos dábamos cuenta aún, o tal vez no queríamos volver a sufrir, y peor con alguien a quien estimamos tanto.
Aquel día por primera vez sentí un beso suyo, bueno más que uno, algunos. Lo logre a partir de un simple juego, tenia que arriesgarme, aunque ahora se que ella también lo deseaba, pero en ese momento me envolvía el miedo, temía malograr todo lo que habíamos logrado hasta ahora, apreciaba mucho su amistad como para perderla, pero eso que crecía dentro de mí fue más fuerte. Tome un vaso de cerveza para agarrar valor y se lo pedí, ella se acercó lentamente y suspiró. Yo solo cerré los ojos y me sentí morir en sus labios.
No volvimos a salir en mucho tiempo, ni siquiera a conversar, los dos teníamos vergüenza de lo que pensara el otro. Pasaron unos meses y llegaron las vacaciones, pero una semana antes de empezar las clases tuvimos otra “cita” sin pensarlo, todo sucedió muy rápido. Fue como si viviéramos nuevamente la primera salida juntos, todo encajo perfecto a como paso la otra vez, casi era un deja vu, excepto que ahora el beso fue espontaneo. Yo ya estaba seguro que ella era a quien buscaba y no me había dado cuenta.
Con el reinicio de las clases me lleve una sorpresa, tantas ilusiones reuní en ese instante que la desilusión fue más grande aún. Ella me ignoraba, o por lo menos yo lo creía así. No entendía a que se debía, pero algo malo habré hecho, pensaba yo. Aunque me crean loco, converse a solas conmigo y me convencí de evitarla lo más que pueda, tal vez sin mi presencia se de cuenta que era importante para ella, o yo deje de sentir lo que despertó en mi, me decía. Al fin y al cabo ya no tenía nada más que perder.
Durante dos semanas cuando la veía, solo la saludaba y seguía mi camino, poco a poco me di cuenta que ella esperaba algo más, pero yo tenía una “jugada” que seguir. Fue así que no resistió mi nueva “forma de ser” y me reclamó por ello. Yo no sabía que decirle, inventaba excusa y media sin resultado alguno, hasta que solté todo aquello que me apretaba el pecho, le dije que es lo más importante para mí y que la necesito a mi lado para seguir avanzando en la vida. Ella me besó, me dijo que era un tonto y que también me quería a su lado. Fuimos a su casa de la mano, pero esa ya es otra historia.
Casi ya se cumplía un año de conocerla, entre break, chat y teléfono transcurría la rutina de amistad con una compañera de estudios. En mi cabeza rondaban los nombres de varias chicas, mas no el de ella. No les venderé floro diciendo que me enamore a primera vista, lo nuestro fue algo como: “a largo plazo”. Claro que siempre fue una amiga especial. Más que eso, una camarada de travesuras, era mi “causa”, le decía: “Loka”. Hoy solo se lo digo de cariño y en diminutivo.
Al principio toda conversación que teníamos giraba en torno a los trabajos, tareas o monografías. Pero con la ayuda del padre tiempo creció algo más en nosotros, ya no solo éramos amigos dentro de la universidad, nuestra confianza por fin cruzó las puertas del campus universitario, cruzó hasta las del campus virtual. Ahora nos conocíamos mejor, pero aún no había nada entre nosotros, seguíamos siendo los mismos, solo que más pendientes y preocupados por el otro.
Todo empezó como jugando. Cada uno tenía los típicos problemas existenciales de la edad. Confundidos, decidimos salir por primera vez a solas. Empezamos conversando de sus problemas, la pegue de filósofo e intente aconsejarle, yo la miraba y ella también, un pequeño corto circuito nos atrapó. Fue entonces que la relación de amigos se iba transformando en algo más fuerte, y nosotros no nos dábamos cuenta aún, o tal vez no queríamos volver a sufrir, y peor con alguien a quien estimamos tanto.
Aquel día por primera vez sentí un beso suyo, bueno más que uno, algunos. Lo logre a partir de un simple juego, tenia que arriesgarme, aunque ahora se que ella también lo deseaba, pero en ese momento me envolvía el miedo, temía malograr todo lo que habíamos logrado hasta ahora, apreciaba mucho su amistad como para perderla, pero eso que crecía dentro de mí fue más fuerte. Tome un vaso de cerveza para agarrar valor y se lo pedí, ella se acercó lentamente y suspiró. Yo solo cerré los ojos y me sentí morir en sus labios.
No volvimos a salir en mucho tiempo, ni siquiera a conversar, los dos teníamos vergüenza de lo que pensara el otro. Pasaron unos meses y llegaron las vacaciones, pero una semana antes de empezar las clases tuvimos otra “cita” sin pensarlo, todo sucedió muy rápido. Fue como si viviéramos nuevamente la primera salida juntos, todo encajo perfecto a como paso la otra vez, casi era un deja vu, excepto que ahora el beso fue espontaneo. Yo ya estaba seguro que ella era a quien buscaba y no me había dado cuenta.
Con el reinicio de las clases me lleve una sorpresa, tantas ilusiones reuní en ese instante que la desilusión fue más grande aún. Ella me ignoraba, o por lo menos yo lo creía así. No entendía a que se debía, pero algo malo habré hecho, pensaba yo. Aunque me crean loco, converse a solas conmigo y me convencí de evitarla lo más que pueda, tal vez sin mi presencia se de cuenta que era importante para ella, o yo deje de sentir lo que despertó en mi, me decía. Al fin y al cabo ya no tenía nada más que perder.
Durante dos semanas cuando la veía, solo la saludaba y seguía mi camino, poco a poco me di cuenta que ella esperaba algo más, pero yo tenía una “jugada” que seguir. Fue así que no resistió mi nueva “forma de ser” y me reclamó por ello. Yo no sabía que decirle, inventaba excusa y media sin resultado alguno, hasta que solté todo aquello que me apretaba el pecho, le dije que es lo más importante para mí y que la necesito a mi lado para seguir avanzando en la vida. Ella me besó, me dijo que era un tonto y que también me quería a su lado. Fuimos a su casa de la mano, pero esa ya es otra historia.
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